martes, 7 de septiembre de 2010

SIN PREVIO AVISO

Autor:
Juan Pablo Manrique Lenis

Un día lluvioso cuando Merlín se encontraba bajo las sombras de un gran sauce, escucho un llamado misterioso de la selva, sencillamente terrorífico, en ese momento el gran perro de la selva salió en busca del origen de dicha voz; buscaba y buscaba pero no encontraba nada.

Siguió buscando durante días, y al encontrarla supo que era un gran león escondido, que había acababa de sufrir una fractura hecha por unos micos ladrones que le querían robar la cabellera, porque ellos se habían quedado calvos y querían una peluca mona porque el rubio estaba de moda. Así, al tratar de robarlo, el perro Merlín saco una navaja, que tenia escondida en su chaleco de rescatista, lugar donde guardaba sus implementos de seguridad; con la navaja corto la yugular de uno de los micos, extirpo el bazo de su otro compañero y saco los ojos del último imbécil que quedaba.

TONY el elefante, un policía corrupto, manchado por sus constantes abusos de autoridad, llego tras haber escuchado los gritos agónicos de cada una de las víctimas. TONY quien era conocido por el viejo Merlín no dudo en aprovecharse de la situación. Contra todo lo pensado, decido emitir una orden de captura a todos los presentes, o cambiar de parecer a cambio de una pequeño soborno, en cuanto a los órganos extirpados de cada persona, había decidido venderlos en el mercado negro; junto uno a uno los sesos y vísceras, las guardo en su mochila y se marcho sin mirar atrás, mientras chorreaba sangre de su mochila, de pronto escucho detrás de sí un ruido, era una cabeza que se le había caído de la mochila.

Decidieron sobornar a TONY con unas gatas muy alegres que le hicieran pasar un “buen rato”, pero ellas no aceptaron porque decían que ellas no eran vagabundas, que solo se habían acostado con la mitad de la selva. Y volviendo en la historia el perro Merlín salió con los ojos de sus compañeros en su pata y los llevo donde un pingüino sacerdote especializado en dar clases de salud social, este le dijo que habían ocho momentos, pero que al final y después de muuuuuuucho sueño saldrían ideas. Así Merlín despertó  junto al pequeño Martin de ese sueño profundo.

FIN